
Bulit, el corto animado de 15 niños con autismo severo que busca hacerse un hueco en los Goya.
El creador de Kukuxumuxu ha encabezado junto a la Asociación Navarra de Autismo (ANA) las sesiones de dibujo.
En la mente de Mario y en las manos de Joel, Bulit es un torito concienciado con la defensa del medio ambiente y con la capacidad para salvar a su pueblo de una inundación. Pero, en realidad, Bulit es Mario, es Joel y la mayoría de niños que sufren un Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) pidiendo su espacio. Un dibujo, creado y doblado por ellos, como grito para que su historia se escuche, una vía de comunicación para quien apenas alza la voz, una historia real en un mundo animado.
Hasta que Bulit. Escucha a la naturaleza se convirtió en un corto de animación tuvo que pasar por muchos estados: mental, aspiracional y, al final, físico. La idea nace en la mente de Amaya Áriz, presidenta de la Asociación Navarra de Autismo (ANA), cuenta con el apoyo del periodista Juan Ramón Lucas y culmina con el dibujante Mikel Urmeneta, creador de la marca Kukuxumusu. Un trío que, desde hace años, empapela las calles y los comercios de la comunidad foral con más de 12.000 pictogramas concienciando sobre este trastorno siempre con el toro como emblema.
«La idea original era hacer una película», detalla Amaya Áriz, autora del libro La alegría muda de Mario, la historia de su hijo autista y un diagnóstico tardío a los tres años, cuando el pequeño ni hablaba ni se comunicaba con su entorno. Esa es la base de un proyecto que se ha quedado en un corto, de momento, por falta de financiación para algo más extenso.
El acercamiento de Mikel Urmeneta a este trastorno viene de sus años viviendo en Nueva York. «Allí por casualidad di con un libro de Gregory Blackstock que me fascinó por su portada llena de cuervos y que era un estudio enciclopédico de una persona mayor con autismo que dibujaba los objetos para entender el mundo. Además poco después vi a un chico en la televisión, Stephen Whiteside, al que daban una vuelta de 40 minutos en helicóptero sobre Ciudad de México y en una semana replicaba la ciudad exacta con sus dibujos», expone el dibujante, que justo al poco tiempo recibió una llamada del guionista Iñaki Ariztimuño para hacer algo con sus dibujos. El proyecto sobre el autismo estaba en marcha gracias a una ayuda pública de 40.000 euros.

Así, en plena pandemia, dieron inicio las sesiones de dibujo de 15 niños con TEA de entre 6 y 18 años, muchos con altos grados discapacitantes, con un grupo de psicólogos. En esas sesiones Urmeneta descubrió un talento desbordante: Joel Úbeda. «Dibujaba mucho más rápido que yo y sus dibujos transmiten mucho más que los míos, es impresionante su capacidad para captar hasta el más mínimo detalle. Mis personajes al lado de los suyos quedan fríos, tiene un talento mágico para transmitir sentimientos a los que el resto somos incapaces de llegar», señala Urmeneta, que acabó entablando «buenas migas» con Joel.
«Nos lo pasamos muy bien, fue genial poder estar dibujando al lado de Mikel», comenta al otro lado del teléfono este niño de 13 años, acompañado por su madre Yolanda, desde Navarra. Antes de poner fin a la llamada pide permiso para un último apunte. «Yo quiero representar a muchos niños con autismo, sobre todo a Mario que le puso la voz a Bulit«. Escrito queda, Joel.
Y es que, al margen de los dibujos, algunos niños como Mario, hijo de Amaya Áriz, han puesto la voz a los personajes del corto que van desde un toro con autismo a una oveja sentada con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) pasando por un mono en riesgo de exclusión social y con tendencias similares al asperger. «Ha sido dificilísimo que mi hijo ponga la voz porque a ratos se quedaba bloqueado y no conseguíamos grabar más de siete segundos, pero en el futuro quiero que vea este esfuerzo que hemos hecho como un logro», explica la presidenta de ANA.
Para mostrar que no están solos son muchas las celebridades que han aportado sus voces al proyecto, que en nueve minutos expone los problemas de gente con autismo y cuestiones ecologistas. Karra Elejalde, Wyoming, Mariló Montero, Eva Hache, Pablo Carbonell, Mafalda Carbonell o Raquel Sánchez Silva han doblado los personajes. «Amaya ha conseguido darle la vuelta a la historia, reclutar a tanta gente y encontrar una forma eficaz y sencilla de contar», apunta Juan Ramón Lucas.
Pero el proyecto también estuvo en peligro por «la falta de sensibilidad» del primer estudio de animación. «Fuimos a hablar con ellos y al principio todo iba muy bien, pero la cosa se torció porque nos dijeron que no sabían si iban a poder usar los dibujos que hicieran los niños. Nosotros ni queríamos ni podíamos aceptar eso», cuenta Amaya Áriz. Ahí empezó una búsqueda a contrarreloj hasta que en su camino se cruzó el estudio madrileño Sopa de Sobre.

La historia de Bulit pudo incluso contar con una banda sonora inconfundible. «Como el guion iba por el tema de la naturaleza, tenía en la cabeza el tema de El hombre y la tierra. Me puse en contacto con la hija del creador, Antón García Abril, que me dio su aprobación para utilizarla como quisiéramos», relata Mikel Urmeneta. Al poco tiempo el compositor falleció, pero la aprobación siguió vigente para que el contrabajista Javier Colina y el trompetista Manuel Blanco desarrollaran su versión.
Con los trámites y el proceso artístico resueltos, Bulit. Escucha a la naturaleza se hizo realidad con su primer pase público en Pamplona el 30 de junio, ha pasado por casi 300 festivales internacionales y ya prepara su precandidatura a los Goya de 2022. La intención de sus creadores es que el proyecto crezca hacia una serie animada que llegue a una audiencia más amplia.
«Me encantaría que sirva como proyecto piloto de inserción laboral para ver en qué perfiles las personas con autismo pueden encajar dentro de la industria del cine», afirma Amaya Áriz, que plantea la historia de Bulit como el inicio de «un proyecto a muy largo plazo» que desemboque en una productora de corte social o un estudio de animación para trabajar con estos menores.
Una línea a la que se les suma también Mikel Urmeneta, que abre las puertas a seguir colaborando con estos niños y especialmente con Joel. «Es un fenómeno, cuando le veo dibujar pienso en la teoría de que los individuos que pintaron las cavernas era gente que sufría autismo. Joel sería uno de esos artistas», concluye.
Como muestra quedan sus dibujos a los que la voz de Mario acompaña con su coletilla: «¡Abrazaco!». Para ellos y para los que padecen el trastorno autista, que gracias a Bulit han visto una parte de su historia.
Fuente: El Mundo.