
La diseñadora de los trajes de Lady Di cuenta cómo era vestir a la Princesa
«Tenía un verdadero sentido de la picardía», recuerda Amanda Wakeley de la Princesa.
La primera vez que Amanda Wakeley conoció a la princesa Diana de Gales, ambas se echaron a reír. Wakeley, una diseñadora británica en ascenso, se apresuraba en su pequeño estudio de Chelsea a prepararse para recibir a la escolta policial que acompañaba a la miembro de realeza. Pero cuando el timbre sonó cinco minutos antes, no fue recibida por perros rastreadores. La propia Diana estaba sola, tan desconcertada como Amanda por el supuesto dramatismo de todo aquello. Lo único que podía hacer era reírse. Congeniaron enseguida.
Anna Harvey había hecho la presentación. La ex editora de Vogue UK y asesora de estilo de Diana era una gran defensora de los jóvenes talentos de la moda y la incipiente marca de Wakeley, que entonces sólo tenía 18 meses de vida, se estaba labrando una reputación gracias a lo que la diseñadora llama su «estética limpia y glamurosa».
Rápidamente recibió el sello de aprobación de Lady Di y le creó un traje de crepé azul marino de doble botonadura con detalles de botones invisibles y una minúscula perla de semilla colgando coquetamente de una única borla. «No era una clienta muy exigente», recuerda Wakeley de una royal con pocos aires de grandeza. «Le encantaba lo que le proponía; nueve de cada diez veces se quedaba con la muestra».

Otro elegante traje de color mora con adornos de terciopelo en el cuello y los puños -no muy distinto del dos piezas verde botella que llevó cuando se retiró de la vida pública- era indicativo del aprecio de Diana por la moda de calidad. Siempre he creído que la forma en que la ropa te hace sentir es increíblemente importante», explica Wakeley, que reviste su sastrería con seda para lograr una sensación de lujo que es a la vez reconfortante e indulgente: «Creo que si te enfrentas a un momento difícil, ponerte algo que te haga sentir bien es muy relajante». El discurso que Diana pronunció con su chaqueta negra fue durante el punto álgido del escrutinio de la prensa en torno a su bulimia y, según recuerda Wakeley, la princesa saludó a su público diciendo algo parecido a: «Supongo que pensaban que no estaría aquí, porque tendría la cabeza en el retrete». «Utilizaba la ropa para enviar un mensaje muy poderoso», asegura Wakeley, “Solo hay que ver el vestido de la venganza”

La mayor parte de las prendas que Amanda confeccionó para Diana -es decir, exquisitos jerséis de cachemira y pantalones de cuero- nunca fueron fotografiadas, pero la diseñadora recuerda un particular body rojo de punto con una fabulosa espalda recortada, que le encantaba. «Es el tipo de cosa que te podría meter en problemas al llevarla», dijo Di en su momento, y Amanda atestigua: «Tenía un verdadero sentido de la picardía». En la sala de exposiciones, el dúo charló sobre la vida en la ciudad y en el campo y sobre las inspiraciones que hay detrás del trabajo de Amanda: «Le encantaban los detalles», reflexiona la propietaria del negocio, que lamenta no haber guardado un cheque que el príncipe Carlos le envió una vez y que habría sido una bonita reliquia de una época anterior a los iPhones.

Si la princesa Diana hubiera visto la era de Instagram, Amanda dice que habría tenido la suerte de contar con un generoso número de fotos de la realeza luciendo sus looks. La pareja frecuentaba el mismo gimnasio de Chelsea Harbour, y Wakeley fue testigo del frenesí de los paparazzi en torno a los looks de la princesa entre el coche y el club: «Nunca olvidaré la primera vez que la vi con sus pantalones cortos de ciclista», dice, «Llevaba un jersey de cachemira en color crudo de Wakeley con los puños de raso por encima y pensé que lo personificaba todo de ella. Tenía un aspecto tan elegante. Parecía muy adelantado a su tiempo».

Fuente: Vogue México